El cáncer infantil es una de las principales causas de mortalidad por enfermedad en menores de 5 a 14 años en México. Cada año, se diagnostican alrededor de 5,000 nuevos casos, siendo las leucemias, los linfomas y los tumores cerebrales los más comunes. Aunque el tratamiento oportuno y completo puede salvar vidas, la realidad para miles de familias que dependen del sistema público de salud está marcada por la escasez de medicamentos y la falta de apoyo emocional integral.
El acompañamiento emocional en casos de cáncer infantil es crucial
En los últimos años, diversas organizaciones y medios han documentado interrupciones recurrentes en el suministro de fármacos oncológicos esenciales, como vincristina, ciclofosfamida o metotrexato. Estas carencias obligan a padres y tutores a buscar medicamentos por su cuenta, a menudo a precios elevados y con el riesgo de adquirir productos no certificados. La discontinuidad en los tratamientos no solo compromete las probabilidades de curación, sino que incrementa el riesgo de recaídas y complicaciones graves.
Más allá de los fármacos, el acompañamiento emocional es un área desatendida. El diagnóstico de cáncer en un niño impacta profundamente a toda la familia, generando ansiedad, depresión y estrés crónico. Sin embargo, en muchos hospitales públicos, el servicio de psicooncología infantil es insuficiente o inexistente. Esto deja a los padres sin orientación para manejar las emociones del niño durante el tratamiento, y sin apoyo para sobrellevar la carga emocional y económica.
No solo se combate con fármacos
La atención integral debería incluir no solo quimioterapia y hospitalización, sino también espacios para la contención emocional, la rehabilitación física y la reintegración escolar. Países con mejores tasas de supervivencia han demostrado que combinar el tratamiento médico con un apoyo psicosocial sólido mejora la adherencia, reduce el abandono y aumenta la calidad de vida del paciente y su familia.
Para revertir esta situación, es urgente reforzar la cadena de suministro de medicamentos oncológicos, garantizar la transparencia en las compras y establecer reservas estratégicas que eviten desabastos. Paralelamente, se requiere integrar equipos multidisciplinarios que incluyan psicólogos, trabajadores sociales y educadores hospitalarios.
El cáncer infantil no solo se combate con fármacos, sino con una red de apoyo que sostenga al niño y su familia en cada etapa. En México, garantizar este enfoque integral no es un lujo, sino una deuda pendiente con los pacientes más jóvenes y vulnerables.