En los últimos años, el uso de pantallas ha crecido de forma exponencial en los hogares, y con ello también han aumentado las preocupaciones sobre su impacto en el desarrollo infantil. Aunque la tecnología forma parte natural de la vida moderna, la exposición precoz y prolongada a pantallas puede influir en diferentes áreas del desarrollo de los niños, especialmente durante los primeros años de vida, cuando el cerebro se encuentra en pleno crecimiento y es especialmente sensible a los estímulos del entorno.
La interacción de los niños más pequeños se reduce al usar pantallas
Uno de los aspectos más estudiados es el desarrollo del lenguaje. Durante la primera infancia, los bebés y niños pequeños aprenden a comunicarse a través de la interacción directa con las personas. Cuando pasa demasiado tiempo frente a pantallas, esa interacción se reduce, lo que puede retrasar la adquisición de vocabulario, la capacidad de expresarse y la comprensión del lenguaje. Incluso cuando los contenidos son educativos, no sustituyen la riqueza de la comunicación cara a cara.
Otra área afectada es el desarrollo socioemocional. Los niños aprenden a reconocer emociones, regular sus respuestas y relacionarse observando gestos, expresiones y comportamientos de quienes les rodean. Si la mayor parte del tiempo libre se destina a pantallas, estas oportunidades se reducen. La falta de interacción puede generar dificultades para gestionar la frustración, problemas de autocontrol o comportamientos impulsivos, especialmente cuando las pantallas se utilizan como herramienta para calmar o distraer.
El uso temprano e intensivo de dispositivos también puede influir en la atención y la capacidad de concentración. Muchos contenidos digitales están diseñados para ser altamente estimulantes, lo que puede dificultar que los niños se acostumbren a actividades más lentas y que requieren paciencia, como leer, jugar de forma imaginativa o resolver problemas. Esto puede traducirse en dificultades para mantener la atención en el entorno escolar.
El tiempo excesivo está relacionado con sedentarismo y alteración del sueño
Por otro lado, el tiempo excesivo frente a pantallas suele estar relacionado con sedentarismo, alteraciones del sueño y menor tiempo dedicado al juego activo, fundamental para el desarrollo motor. La luz azul de los dispositivos, especialmente cuando se usan antes de dormir, puede alterar los ritmos circadianos y dificultar el descanso adecuado.
Sin embargo, no se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con criterio. Los expertos recomiendan evitar pantallas en menores de 2 años, limitar su uso en preescolares y siempre priorizar contenidos de calidad, acompañamiento adulto y equilibrio con actividades físicas y sociales.
La exposición precoz a pantallas puede influir en diversas áreas del desarrollo infantil. Un uso consciente, supervisado y equilibrado es clave para proteger el bienestar y el crecimiento saludable de los niños.
