Es relativamente frecuente que los niños en edad escolar manifiestan comportamientos agresivos, tanto en la casa como en la escuela. Esto, usualmente desconcierta a los padres, quienes en la mayoría de las ocasiones no explican las razones de este tipo de conducta y no cuentan con las herramientas apropiadas para lidiar con la situación.
No obstante, uno de los mayores problemas de la agresividad infantil radica en la alta correlación que tienen este tipo de trastornos de la personalidad con la conducta asocial durante la adolescencia y la vida adulta.
Este tipo de trastornos se caracterizan por un comportamiento destructivo, de oposición y resistencia a la autoridad y conductas ofensivas ante los demás, que pueden incluir la violencia física.
Según el tipo de manifestaciones se identifican tres tipos: el Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD), Trastorno Explosivo Intermitente (TEI) y los Trastornos de Conducta (TC). Ambas instancias suelen coexistir con el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) pero son entidades separadas, con características particulares debidamente descritas.
Trastorno Oposicionista Desafiante
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) establece que este trastorno abarca tres criterios, no excluyentes:
- Enfado/irritabilidad: el niño a menudo pierde la calma, se molesta y se muestra susceptible o resentido.
- Actitud desafiante: Discute y rechaza los patrones de autoridad, molesta a los demás deliberadamente y los culpa por sus errores.
- Vengativo: Ha mostrado rencor o ejecutado algún acto de venganza por lo menos dos veces en un período menor a 6 meses.
Trastorno Explosivo Intermitente
Es un reflejo de la falta de control de los impulsos de agresividad, y según el DSM-5 puede manifestarse en forma de agresión verbal o física contra objetos, animales o personas que pueden o no causar algún tipo de daño. Pueden ser berrinches, peleas, disputas que alteran tanto al niño como al entorno.
Trastornos de la conducta
El Manual lo define como un patrón repetitivo y constante de comportamiento en el que no existe ningún tipo de respeto por los derechos de otros ni las normas sociales. Incluye agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad, robo, engaño y comportamiento antisocial.
Causas de los trastornos de comportamiento agresivo
Este tipo de comportamiento tiene un componente multifactorial, que incluye causas biológicas , ambientales, educativas y sociales. Aunque se ha evidenciado que existe una relación directa entre el comportamiento violento de los padres y la incidencia de trastornos agresivos en los niños. A menudo el poco tiempo dedicado a actividades de esparcimiento, la mala calidad de la educación en la escuela y el bajo nivel socioeconómico de la familia son factores determinantes.
¿Qué hacer en estos casos?
Es necesario contar con el apoyo de un profesional de la salud mental que apoye a los padres y maestros en el proceso. Lo primero es establecer y fortalecer un sistema de comportamientos alternativos a la agresión, para que el niño pueda contar con herramientas para lidiar con su temperamento. Así mismo, pueden implementarse procedimientos de extinción, en ambientes controlados donde el niño no tenga oportunidad para este tipo de conductas; y sistemas de castigos y recompensas, que condicionen lo condicionen.
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