El sueño infantil es un pilar fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños. Sin embargo, en México, cada vez más estudios alertan sobre problemas de sueño en la población infantil, como insomnio, despertares frecuentes o falta de horas de descanso. Estos trastornos no solo afectan el rendimiento escolar, sino también la salud a largo plazo.
En la infancia, dormir bien favorece la consolidación de la memoria, el fortalecimiento del sistema inmunológico, la regulación hormonal y el equilibrio emocional. Para niños de entre 6 y 12 años, se recomienda un promedio de 9 a 12 horas diarias, mientras que los adolescentes requieren entre 8 y 10 horas. Sin embargo, muchos no alcanzan estas cifras.
Uno de los factores que más influye en el sueño infantil es el entorno familiar
Uno de los factores más influyentes es el entorno familiar. Horarios irregulares, uso excesivo de pantallas antes de dormir, cenas tardías y falta de rutinas nocturnas pueden reducir significativamente la calidad del sueño. Además, el estrés familiar, la sobrecarga de actividades extracurriculares y la falta de espacios tranquilos para descansar también contribuyen al problema.
El entorno escolar también juega un papel clave. En México, muchas escuelas inician actividades muy temprano, obligando a los niños a levantarse antes de que su ciclo de sueño haya concluido. La presión académica, los deberes extensos y, en algunos casos, el acoso escolar (bullying), pueden generar ansiedad, dificultando conciliar el sueño. Asimismo, la ausencia de programas escolares que promuevan hábitos saludables limita la conciencia sobre la importancia del descanso.
Son muchas las consecuencias que tiene que un niño duerma poco
Las consecuencias de un sueño insuficiente o de mala calidad son múltiples: bajo rendimiento académico, problemas de conducta, aumento de peso, debilitamiento del sistema inmunológico y mayor riesgo de desarrollar trastornos emocionales como ansiedad o depresión.
Mejorar esta situación requiere una estrategia conjunta entre familias, escuelas y autoridades de salud. En casa, es fundamental establecer horarios regulares para dormir y despertar, limitar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse y crear un ambiente relajante en la habitación. En el ámbito escolar, sería ideal replantear los horarios de entrada, reducir las cargas académicas innecesarias y fomentar la educación sobre higiene del sueño.
En definitiva, garantizar un descanso reparador no es solo una cuestión de hábitos individuales: es una responsabilidad compartida que impacta directamente en el bienestar y futuro de los niños mexicanos. Dormir bien hoy es sembrar salud para toda la vida.