Conocida también como calciferol, la vitamina D, es una de las más importantes para nuestro organismo. Su función principal es regular la absorción de calcio y evitar la descalcificación de los huesos. Se trata de un nutriente principal para el funcionamiento del organismo. Aunque, más que vitamina D debería llamarse hormona D.
Lo que está claro es que la falta de vitamina D desestabiliza el control del calcio orgánico, un mecanismo muy complejo en el que interviene la piel, el aparato digestivo, el sistema vascular, las glándulas paratiroideas o el riñón. Su carencia produce osteoporosis ósea, oseopenia, formación de cálculos en el riñón, debilidad muscular y disminución de las defensas orgánicas.
La D3 es la más activa del grupo de vitamina D y se produce por los rayos UVB de la luz solar. Con el otoño, hay menos horas de sol y bajan las temperaturas. Esto hace que muchas personas, sobre todo mayores de edad, pasen más tiempo al aire libre.
Aunque haya situaciones en las que aún llevemos mascarilla, es cierto que basta una exposición al sol en otoño e invierno de 20 a 25 días en la cara, para así nutrirnos de vitamina D. También puedes tomar el sol en sitios abiertos y en casa, donde no hay que llevar mascarilla.
¿En qué etapa es más importante producir vitamina D?
Según las características de cada persona, las necesidades son variables. Por ejemplo, durante el embarazo, se recomiendan unas 4000 UI diarias, aunque no existe un acuerdo completo sobre esta medicación. Con el desarrollo hasta la edad adulta, la dosis va aumentando al mismo tiempo que el crecimiento.
En algunos países, la leche infantil está enriquecida en dosis variables y se recomienda entre 500 a 1000 UI al día. Igual ocurre en las personas mayores, que precisan de dosis más elevadas. Aunque lo primordial es salir a espacios en los que haya luz solar y favorecer viviendas más luminosas.
¿Qué alimentos aportan este tipo de vitamina?
A la hora de la alimentación, debes tener en cuenta que hay una serie de alimentos que aportan un gran cantidad de vitamina D. A continuación te vamos a enumerar los principales, para que así los incluyas en tu dieta diaria:
- Setas y champiñones.
- Huevos.
- Lácteos enteros.
- Pescados azules y mariscos.
- Aceite de hígado de bacalao, salmón, caballa, sardinas, atún, anchoas y arenques.
Por último, también se debe reseñar que la vitamina D tiene un efecto de protección para los tejidos, favoreciendo la producción de defensas contra bacterias y virus. Además, se relaciona con acciones antiinflamatorias, la regulación de la tensión arterial y, en general, ayuda a mejorar funciones del equilibrio orgánico.