- Durante el 2021 la enfermedad vascular cerebral ocasionó más de 37 mil decesos en México.
- Aunque la mayoría de los pacientes sobreviven a la fase aguda, es probable que los problemas neurológicos persistentes pongan en peligro su calidad de vida.
- Los primeros resultados de la fase 1 del ensayo clínico en humanos fue publicada en la revista Nature Medicine.
El Accidente Cerebrovascular (ACV) se ha convertido en la principal causa de discapacidad a largo plazo a nivel global. Además sus consecuencias pueden llegar a ser mortales y acabar con la vida de los pacientes. Con esto en mente, por primera vez un estudio identificó todos los beneficios que ofrece la estimulación cerebral profunda para el tratamiento de este tipo de casos.
Las consecuencias del estilo de vida actual
En primera instancia, las enfermedades cerebrales han mostrado un aumento en su incidencia durante las últimas décadas. Los motivos son bastante claros y tienen relación con los hábitos de vida que hoy prevalecen entre la población.
Las personas con obesidad, hábitos como tabaquismo y altos niveles de estrés son más susceptibles. Además también hay otros padecimientos relacionados como la hipertensión y diabetes que, en conjunto, forman una bomba de tiempo.
Al respecto, la Secretaría de Salud (SSa) afirma que en México se producen 188 casos de ACV por cada 100 mil habitantes. Aunque la mayoría se podrían evitar con modificaciones en el estilo de vida desde la adolescencia o la adultez temprana.
Ahora bien, un primer ensayo en humanos basado en la estimulación cerebral profunda para pacientes en rehabilitación tras un ACV realizado por investigadores de Cleveland Clinic demostró que esta técnica dirigida al núcleo dentado es segura y factible.
El ensayo fase 1 Estimulación eléctrica del núcleo dentado para la hemiparesia de las extremidades superiores por accidente cerebrovascular isquémico (EDEN, por sus siglas en inglés) concluyó que la mayoría de los participantes (9 de 12) mostraron mejoras tanto en el deterioro motor como en la función.
¿En qué consistió?
Cada participante se sometió a una intervención de estimulación cerebral profunda que consistió en la implantación quirúrgica de electrodos en el cerebelo. Una vez conectados a un dispositivo similar a un marcapasos, los electrodos se utilizaron para administrar pequeños impulsos eléctricos que ayudaran a las personas a recuperar el control de sus movimientos.
Tras el alta y la recuperación de la operación, los participantes completaron meses de fisioterapia, primero con el dispositivo de estimulación cerebral profunda apagado durante varias semanas y luego encendido durante cuatro a ocho meses. Fue después de encender el dispositivo cuando se observaron las mejoras más significativas. Los resultados se han publicado en la revista Nature Medicine.
Estos hallazgos se basan en más de una década de trabajo preclínico dirigido por los investigadores principales el doctor en medicina Andre Machado, Ph.D, y el doctor Kenneth Baker, Ph.D., de Cleveland Clinic.
“Estos resultados son tranquilizadores para los pacientes, ya que los participantes en el estudio llevaban incapacitados más de un año y, en algunos casos, tres años tras el accidente cerebrovascular. Esto nos brinda una oportunidad potencial para introducir mejoras muy necesarias en la rehabilitación en las fases crónicas de la recuperación del accidente cerebrovascular”, afirmó el Dr. Machado, presidente del Instituto Neurológico de Cleveland Clinic.
A partir de la investigación el especialista patentó el método de estimulación cerebral profunda en la recuperación del accidente cerebrovascular. Boston Scientific posee la licencia de esas patentes y proporcionó los sistemas Vercise DBS utilizados en el ensayo.
“Los datos de seguridad y viabilidad de este estudio inicial, combinados con las posibles mejoras sintomáticas, respaldan sin duda la necesidad de realizar ensayos adicionales de mayor envergadura para comprobar si la Estimulación Cerebral Profunda cerebelosa es realmente un tratamiento potencial para el deterioro motor tras un accidente cerebrovascular”, afirmó el doctor Brooks Gross, director del programa del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares.
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