Lactancia materna y trabajo formal en México: cómo equilibrar derechos laborales y salud infantil

La lactancia materna es uno de los pilares fundamentales para la salud y el desarrollo infantil, pero en México muchas mujeres enfrentan el desafío de combinarla con un empleo formal. Aunque el país cuenta con un marco legal que protege a las trabajadoras en etapa de lactancia, la aplicación práctica de estos derechos y las condiciones laborales varían ampliamente, lo que influye en la capacidad de las madres para mantener la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses recomendados.

Las leyes mexicanas protegen la lactancia materna

Las leyes mexicanas contemplan protecciones importantes. La Ley Federal del Trabajo establece que las madres trabajadoras tienen derecho a dos reposos diarios de 30 minutos para amamantar o extraer leche, además de la obligación del empleador de proporcionar un espacio adecuado e higiénico para ello. Sin embargo, en la realidad cotidiana muchas mujeres reportan que estas facilidades no siempre se respetan. Falta de salas de lactancia, presión laboral para no “perder tiempo”, horarios rígidos o desconocimiento de los derechos suelen limitar la continuidad de la lactancia.

El entorno laboral influye directamente en la salud infantil. Cuando una madre no puede amamantar de manera regular, la producción de leche disminuye, y con ello se reducen los beneficios que aporta la lactancia: fortalecimiento del sistema inmunológico, menor riesgo de infecciones y alergias, así como un vínculo emocional sólido entre madre e hijo. Para muchas mujeres, regresar al trabajo significa empezar a depender de fórmulas infantiles antes de lo deseado, lo que también afecta el gasto familiar y puede incrementar riesgos de salud.

Es fundamental que las trabajadoras conozcan sus derechos

Equilibrar los derechos laborales y la salud infantil requiere un esfuerzo conjunto. Las empresas que implementan políticas de apoyo —como horarios flexibles, modalidades híbridas o teletrabajo temporal, así como salas de lactancia equipadas— reportan mayor satisfacción y retención de personal femenino. Además, crear una cultura laboral que normalice la lactancia, sin prejuicios ni estigmas, ayuda a que las madres ejerzan sus derechos sin temor a represalias.

Por su parte, es fundamental que las trabajadoras conozcan sus derechos y sepan cómo exigirlos formalmente. La difusión de información, el acompañamiento de recursos humanos y la intervención de instituciones como la Secretaría del Trabajo pueden marcar una diferencia significativa.

En última instancia, garantizar que las mujeres mexicanas puedan trabajar y amamantar no es solo un asunto laboral: es una inversión en el bienestar infantil y en la equidad social. Favorecer entornos laborales que apoyen la lactancia es apostar por un futuro más saludable para las familias y para el país.