A menudo escuchamos hablar de dependencia emocional. Esta es una forma de apego excesivo y ansioso que impide que vivamos las reacciones de forma plena. El síndrome de la enfermera es un término que a lo mejor no has escuchado antes y tiene que ver mucho con la dependencia.
Es por eso por lo que muchas preguntas que se pueden hacer son “¿estás agotado de tanto dar?”, “¿Te cuesta decir “no”?, “¿Todos buscan consuelo en ti?”, “¿Te sientes culpable si no se lo ofreces?”. Así que si quieres saber en qué consiste este síndrome de la enfermera. A continuación te lo explicamos y algunas señales que indican su aparición en cualquier tipo de persona.
Mantienes relaciones en las que el otro te necesita, el síntoma más claro del síndrome de la enfermera
Al igual que el dependiente necesita de otra persona, para sentirse arropado y seguro, el codependiente necesita precisamente a alguien a quien cuidar. Aquello que defines como altruismo y buena voluntad, no es más que pura necesidad de entregarte en tu totalidad a los demás, ya que, erróneamente, es la manera que has aprendido para sentirse querido.
Te sueles relacionar con gente problemática
Para poder cumplir con el mandato, el codependiente suele mantener relaciones con personas con frecuentes altibajos, miedos y dificultades en sus relaciones.
Te das valor en base a lo que das, no a lo que eres, otro de los signos del síndrome de la enfermera
Si te preguntan cómo te describirías, ¿qué es lo que responderías? Puedes basarte en adjetivos que simplemente te describan. Aunque puedes enumerar un listado de “donaciones” que ofreces diariamente a quienes te rodean. El codependiente forja su autoestima en función de lo que ofrece a los demás. Pero cuidado, si en lugar de dar a los otros te encargas de tus necesidades, tu valor está en riesgo.
El bienestar del otro puede llegar a resultarte una amenaza
Sin duda alguna, este es uno de los puntos más inconscientes y, por lo tanto, más complicados de reconocer. Aunque te quejes constantemente de la carga que te supone atender a los demás, el sentir que están bien y que no te necesitan pone en peligro la labor que da sentido a tu vida: cuidar de los otros. Permite que sean ellos los que se hagan cargo de su malestar y libérate de esa carga, ya que eres mucho más de lo que das.