La llegada de fin de año está marcada por la temporada de festividades y descanso para millones de trabajadores y estudiantes. Más allá del ambiente de algarabía también existe un peculiar fenómeno que se hace más evidente en este período y es el Trastorno Afectivo Estacional. A continuación te compartimos en qué consiste y el motivo por el que ocurre.
Para hablar de salud integral es necesario ir más allá de la parte física. En especial durante los últimos años se ha hecho evidente la importancia del cuidado de la parte emocional o de lo contrario se pueden generar fenómenos de diversas magnitudes.
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Pero antes, ¿qué es el Trastorno Afectivo Estacional?
El Trastorno Afectivo Estacional es un tipo de depresión recurrente que está fuertemente ligada a los cambios de estación. Se distingue porque los episodios de síntomas depresivos ocurren y desaparecen aproximadamente en la misma época cada año, siendo el más común el que comienza en otoño y perdura durante los meses de invierno.
No necesariamente es un problema exclusivo de la navidad sino que se prolonga durante toda la temporada de invierno aunque en el hemisferio norte coincide con las festividades decembrinas.
El cambio de estación trae consigo no solo un nuevo clima, sino también transformaciones en nuestro estado de ánimo y energía. El Dr. Alonso Morales, Neurólogo de la Conducta, menciona que este tipo de patrón de depresión tiene un vínculo con la falta de luz y además se entrelaza de manera única con las dinámicas emocionales y sociales de fin de año.
Principales síntomas asociados con el Trastorno Afectivo Estacional
¿Cuáles son los síntomas del Trastorno Afectivo Estacional?
- Sentirse triste, apático o decaído casi todos los días.
- Pérdida de interés o placer en actividades habituales.
- Aumento del sueño (hipersomnia).
- Fatiga generalizada.
- Cambios en el apetito, con fuerte deseo o antojo de carbohidratos.
- Aumento de peso.
- Dificultad para concentrarse.
- Sentimientos de desesperanza o culpa.
“Aunque la falta de luz es un factor clave global, en nuestro país, donde los ciclos lumínicos son menos drásticos, las presiones sociales de las fiestas, la soledad o los conflictos interpersonales pueden actuar como catalizadores y agudizar la sintomatología estacional”, señala el Dr. Morales.
Recomendaciones para su prevención
El especialista enfatiza que el conocimiento es la primera herramienta de prevención. En lugar de limitarse a esperar que los síntomas desaparezcan, propone un enfoque basado en la compasión y la acción deliberada.
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Pedir apoyo profesional nunca está mal
Reconocer que no está mal sentirse mal. Es fundamental ser compasivos y empáticos con uno mismo. Las emociones existen, pero cuando la tristeza comienza a tener impacto sobre el funcionamiento diario es una señal de alerta.
La recomendación principal contra el Trastorno Afectivo Estacional es buscar una valoración médica adecuada para recibir el apoyo y la atención necesaria, que puede incluir psicoterapia o tratamiento farmacológico.
La importancia del autocuidado
El Dr. Morales sugiere integrar acciones que contrarresten la inercia del decaimiento: “A pesar de que no tenga ganas de hacer las cosas, por inercia, comience a hacerlas”. Esto incluye el ejercicio físico y las actividades sociales.
Establecer una rutina de autocuidado con la conciencia de la necesidad de paz. Como tener horarios de sueño consistentes e intentar una dieta controlando el consumo excesivo de carbohidratos y grasas.
Contar con una red de apoyo. Tener actividades sociales más frecuentes y procurar espacios de disfrute para contrarrestar el sentimiento de soledad, que es un factor de vulnerabilidad y propicia el Trastorno Afectivo Estacional.
El especialista recuerda que la época de fin de año es un momento de “recapitulación” donde se evalúan pérdidas y ganancias, lo que naturalmente puede generar estrés, ansiedad y tristeza.
