Si estás embarazada, lo normal es que se te ofrezcan exámenes de detección prenatales con los que detectar espina bífida y otros defectos congénitos. Aunque es verdad que los análisis no son perfectos. Pero, ¿cuáles son los diferentes tipos de exámenes que existen? Te lo contamos.
Análisis de sangre para detectar espina bífida
La espina bífida se puede detectar con análisis de sangre de la madre aunque, generalmente, el diagnóstico se hace con ecografía. Las principales pruebas que se realizan son:
- Prueba de alfafetoproteína en suero materno (MSAFP, por sus siglas en inglés): se toma una muestra de sangre de la madre y se analiza buscando alfafetoproteína (AFP), que la produce el bebé.
- Prueba para confirmar niveles altos de alfafetoproteína: las variaciones en niveles de AFP pueden ser causadas por algunos factores como error de cálculo en la edad fetal o en múltiples bebés.
Otros análisis de sangre: también se puede realizar la prueba en suero materno, a través de otros dos o tres análisis de sangre.
Ecografía
Aunque los análisis de sangre están bien, la ecografía fetal es el método más preciso para diagnosticar la espina bífida en un bebé antes del parto. Se puede realizar la ecografía durante el primer trimestre (11 a 14 semanas) y el segundo trimestre (18 a 22 semanas). En el segundo trimestre es cuando puede ser diagnosticada con mayor precisión. Se puede decir, por tanto, que es un examen crucial para identificar y descartar anomalías congénitas como es el caso de la espina bífida.
Amniocentesis para el diagnóstico de la espina bífida en el feto
Si el ultrasonido confirma el diagnóstico de espina bífida, el médico puede solicitar una amniocentesis. Se trata de un procedimiento en el que el médico utiliza una aguja para extraer una muestra de líquido del saco amniótico que rodea al bebé. Aunque es cierto que debes saber que es una prueba con un leve riesgo de pérdida de embarazo.