La obesidad no es una tendencia imparable

Según los cálculos realizados por la Organización Mundial de la Salud OMS, se estima que para el año 2030 aumentarán de manera exorbitante las muertes por enfermedades no transmisibles y un alto porcentaje de ellas serán atribuidas a la obesidad que está relacionada con factores de inequidad socioeconómica.[1]

En Colombia, la carga de obesidad asociada con enfermedades no transmisibles es del 70% y están encabezadas por la diabetes, enfermedades respiratorias, cardiovasculares y el cáncer. Y que suponen, además, un alto costo del gasto público. Y si se quiere contribuir para revertir la crisis de obesidad en Colombia, se deben utilizar enfoques en los que esté incluida toda la sociedad, con el fin de construir entornos más saludables de alimentación y estilos de vida diferentes.

El aumento de las tasas de obesidad en nuestro país, tienen en la actualidad una tendencia que parece imparable y es consecuencia del cambio en las prácticas alimentarias y los estilos de vida tradicionales, en la que contribuyen la gran oferta de alimentos ricos en calorías y de muy pocos nutrientes, pero con mucho sabor y que hacen tanto daño.

Hacer cambios al respecto representa un desafío complejo e importante, que toma forma con la creciente aplicación de pruebas y experiencias que plantean soluciones que pueden funcionar. Por otro lado, es muy favorable que los gobiernos, empresas y la sociedad civil le están prestando atención a esta tendencia.

El impacto de la obesidad

La obesidad es un problema que trae consigo graves consecuencias para los individuos y sus familias y no sólo para ellas sino también para la sociedad y la nación. Durante la infancia, la obesidad estigmatiza y conduce a la depresión, además de una fuerte tendencia a la obesidad en la edad adulta lo que desencadena repercusiones importantes para la salud.

La obesidad tiene también importantes consecuencias a nivel social y financiero, que ponen a prueba el presupuesto de la salud y afecta la economía de la región, debido al impacto que tiene con relación a las enfermedades no transmisibles.  Y es cierto que el aumento de la obesidad no se debe simplemente a las malas prácticas de vida. La propagación de entornos que promueven una alimentación poco saludable y no motivan la actividad física, son puntos clave que tienen como consecuencia el incremento de la obesidad a nivel nacional.

Para que nuestro modelo social funcione y acoja de mejor manera a los niños y personas que enfrentan en su cotidianidad esta condición, su necesidad debe cubrirse y estar en el centro de los sistemas alimentarios. Deben aplicarse medidas que mejoren los entornos saludables, aumentando la disponibilidad de los alimentos sanos y que además sean asequibles a las comunidades menos favorecidas.

Para enfrentar el aumento de la obesidad en los menores, se necesitan enfoques que reúnan todos los sectores sociales con el fin de construir entornos de vida y alimentación más saludables.

La obesidad no es una tendencia imparable. Si bien el gobierno debe estar a la vanguardia con el establecimiento de estrategias, políticas y programas, no lo pueden hacer solos. Las empresas y los diferentes grupos de la sociedad, así como las familias, tienen papeles importantes en el emprendimiento y desempeño de las acciones.


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