Más allá de las lamentables pérdidas humanas y los cuantiosos daños materiales, la herida que han dejado en México tres terremotos ocurridos el mismo día (19 de septiembre, en los años 1985, 2017 y 2022), que remiten al miedo, la ansiedad y el impacto en la salud mental de millones de mexicanos que realmente pierden el control con el mínimo aviso de un nuevo sismo.
El pasado mes de septiembre, un sismo de 6,8, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) despertó a millones de habitantes de Ciudad de México, que llenaron las calles con emociones que iban del nerviosismo y miedo al pánico absoluto en lo que ha sido denominado como tremofobia.
Cuando se acerca el mes de septiembre, los mexicanos tienen sentimientos adversos ante la incertidumbre de que la tierra vaya a temblar
Esto era evidente al acercarse el mes de septiembre, cuando entre broma y broma, los mexicanos, de todas las edades, dejaban asomar sentimientos adversos ante la incertidumbre de saber en que cualquier momento puede volver a temblar como ocurrió.
Por ejemplo, el shock del sonido de la alerta sísmica es tal que dos personas murieron, el pasado mes de septiembre, a causa de un infarto mientras estaban en su domicilio en la colonia Educación, de la alcaldía Coyoacán y en la alcaldía Iztapalapa, en Ciudad de México.
Esto es un estímulo respuesta. Es completamente normal que, tras haber vivido los terremotos, entre la ciudadanía se perciba una desesperanza y angustia por el inminente riesgo de que estos se repitan.
La tremofobia es el miedo irracional a los terremotos
Diversos especialistas consideran que las y los mexicanos están condicionados a desarrollar tremofobia (el temor persistente e irracional a los sismos) que es equiparable al estrés postraumático que en México, según investigaciones, al menos 30 por ciento de las poblaciones lo ha desarrollado.
Este estrés postraumático tiene que ver con el estímulo respuesta que experimenta cada persona respecto a los terremotos y puede ir desde una crisis nerviosa hasta desarrollar un trastorno de pánico, cuyos principales síntomas son nerviosismo, un ritmo cardíaco y respiración acelerados, sudoración, hormigueos, temblores en el cuerpo y la repetición de pensamientos catastróficos.
