Por todos es sabido que criar a un niño puede ser un auténtico reto. Incluso en sus mejores circunstancias, las emociones y comportamientos de los más pequeños puede cambiar frecuentemente y rápidamente. En la mayoría de los casos, estas son solo fases normales del desarrollo; sin embargo, en el caso de algunos niños, estos comportamientos pueden indicar un problema más grave que incide en su salud mental.
Hay que tener claro que los trastornos mentales pueden comenzar en la niñez. Algunos ejemplos son el TDAH, ansiedad, trastorno del espectro autista, depresión y otros trastornos del estado de ánimo, trastornos por estrés postraumático y trastornos de la alimentación. Sin ningún tipo de tratamiento, estos trastornos de salud mental pueden impedir que los niños alcancen su máximo potencial.
Algunas señales de alerta
En general, hay que buscar ayuda si el comportamiento de tu hijo persiste durante algunas semanas o más, ocasiona angustia a tu hijo o la familia o interfiere en su desempeño escolar, en casa o con sus amigos. Si consideras que el comportamiento de tu hijo es peligroso o si habla incluso de querer hacerse daño a sí mismo o a otra persona, hay que buscar ayuda de inmediato. Lo ideal es que te fijes en algunas de estas señales que te enumeramos (y que pueden influir en su salud mental) para que el médico le realice una evaluación:
- A menudo hablan sobre sus temores o preocupaciones.
- Se quejan de dolores frecuentes de cabeza o estómago.
- Tienen rabietas frecuentes o están sumamente irritables.
- Duermen demasiado o muy poco y tienen pesadillas frecuentes.
- No se interesan por jugar con otros niños o tienen dificultad para hacer amigos.
- Tienen problemas académicos o sus notas han bajado recientemente.
- Están moviéndose constantemente y no pueden sentarse tranquilamente.
- Repiten acciones o revisan las cosas muchas veces.
Esto es lo que tienes que hacer si te preocupa la salud mental de tu hijo
Si te preocupa la salud mental de tu hijo, lo primero que puedes hacer es comenzar hablando con quienes interactúa con frecuencia. Pregúntale a los profesores sobre su comportamiento. Después, ya podrás ir al pediatra a describirle su comportamiento e informarle de lo que has observado.