Durante muchos años, en México, estudiar Medicina y convertirse en médico era sinónimo de estabilidad, y muchos pensaban que era un futuro prometedor. Aunque es cierto que esto ha cambiado mucho en los últimos años y la deserción de médicos residentes en el país es una realidad.
Hoy en día, muchos médicos están renunciado a especializarse y lograr así mejores condiciones de vida. Existen casos de acoso laboral y maltrato y a estos se suman la violencia presente en todo el país, la precariedad con salarios bajos y jornadas incluso de hasta 36 horas seguidas y también el cuestionamiento de los médicos residentes.
El ENARM es una de las pruebas más duras para los estudiantes de Medicina
Había que contextualizar que los estudios de Medicina tienen una duración media de 6 años. Incluso un año antes de graduarse, los estudiantes tienen que hacer el llamado Internado Rotatorio de Pregrado, cuando estén durante 12 meses en un hospital y pasan por los principales servicios médicos. Así que este es el primer acercamiento a la realidad hospitalaria en México y solo el inicio de la carrera.
Tras esto, viene uno de los retos más grandes para los estudiantes y que no es otro que presentarse al Examen Nacional para Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM). Esta es una prueba anual. En el año 2021, se presentaron en torno a 45 mil estudiantes (el 42% de ellos fueron aceptados) y este examen es algo que marca la diferencia entre la estabilidad laboral y su ausencia.
Durante la pandemia, los médicos residentes tuvieron que comprarse su propio material de protección
Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), en el país existe un promedio de dos médicos por cada 1.000 habitantes. Así que esa dificultad para llegar a la población empieza desde mucho antes. Y si se habla de las condiciones laborales con las jornadas, años de preparación, acoso, violencia o sueldos, el panorama empieza a oscurecerse.
Sobre el señalamiento de los médicos residentes durante la pandemia, se ha explicado que las instituciones educativas, por orden de la Secretaría de Salud, decidieron mandar a sus casas, durante los meses más aciagos de la emergencia, a los estudiantes de la carrera medicina y no a los médicos residentes. Los residentes fueron los que tomaron las tareas más complejas, comprando, incluso ellos mismos, sus propios materiales de protección ante la falta de ellos en sus hospitales.